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5to 4ta 2013












EL  MOVIMIENTO  VERDE  (ESCANEO  DEL  RESUMEN   DEL  LIBRO )








TODOS  LOS  FUEGOS  EL  FUEGO

TP  SOBRE  “TODOS  LOS  FUEGOS  EL  FUEGO”

1         Describa  el  uso  temporal  y  espacial  del  cuento

2         Mencionar  y  caracterizar  los  personajes  mas  importantes

3         ¿ Se  mencionan  matrimonios? ¿ como  están  caracterizados?  ¿  Como  se  llevan?

4         En  la  comunicación  telefónica  hay  un   ( o  dos  )  detalles  reiterativos,  recurrentes.  Mencionalos.

5         Encuentra  alguna  relación  entre  la  red ( el  reciario)  y  el  pez?

6         ¿Cómo  terminan  ambas  historias?


LA  RESISTENCIA ( ERNESTO  SÁBATO)  
“LA RESITENCIA” .Lo  que  sigue  es  un  recorte,  hay  3  de  5  capítulos  y  no  terminan  totalmente
Ernesto Sabato
Biografía
Ernesto Sabato nació en Rojas, provincia de Buenos
Aires, en 1911, hizo su doctorado en Física y cursos de
Filosofía en la Universidad de La Plata, trabajó en
radiaciones atómicas en el Laboratorio Curie, en
Francia, y abandonó definitivamente la ciencia en
1945 para dedicarse exclusivamente a la literatura.
Ha escrito varios libros de ensayo sobre el hombre en
la crisis de nuestro tiempo y sobre el sentido de la
actividad literaria –así, El escritor y sus fantasmas
(1963; Seix Barral, 1979 y 2002), Apologías y
rechazos (Seix Barral, 1979), Uno y el Universo (Seix
Barral, 1981) y La Resistencia (Seix Barral, 2000)-,
su autobiografía, Antes del fin (Seix Barral, 1999), y
tres novelas cuyas versiones definitivas presentó Seix
Barral al público de habla hispana en 1978: El túnel
en 1948, Sobre héroes y tumbas en 1961 y Abaddón
el exterminador en 1974 (premiada en París como la
mejor novela extranjera publicada en Francia en
1976). Escritores tan dispares como Camus, Greene y
Thomas Mann, como Quasimodo y Piovene, como
Gombrowicz y Nadeau han escrito con admiración
sobre su obra, que ha obtenido el Premio Cervantes,
el Premio Méndez Pelayo y el Premio Jesusalén.
PRIMERA CARTA
Lo Pequeño y lo Grande
El hermoso consuelo de encontrar el mundo
en un alma, de abrazar a mi especia en una
criatura amiga.
F. Hölderlin
Hay días en que me levanto con una esperanza
demencial, momentos en los que siento que las
posibilidades de una vida más humana están al
alcance de nuestras manos. Éste es uno de esos días.
Y, entonces, me he puesto a escribir casi a tientas en
la madrugada, con urgencia, como quien saliera a la
calle a pedir ayuda ante la amenaza de un incendio, o
como un barco que, a punto de desaparecer, hiciera
una última y ferviente seña a un puerto que sabe
cercano pero ensordecido por el ruido de la ciudad y
por la cantidad de letreros que le enturbian la
mirada.
Les pido que nos detengamos a pensar en la grandeza
a la que todavía podemos aspirar si nos atrevemos a
valorar la vida de otra manera. Les pido ese coraje
que nos sitúa en la verdadera dimensión del hombre.
Todos, una y otra vez, nos doblegamos. Pero hay algo
que no falla y es la convicción de que –únicamentelos
valores del espíritu nos pueden salvar de este
terremoto que amenaza la condición humana.
Es apremiante reconocer los espacios de encuentro
que nos quiten de ser una multitud masificada
mirando aisladamente la televisión. Lo paradójico es
que a través de esa pantalla parecemos estar
conectados con el mundo entero, cuando en verdad
nos arranca la posibilidad de convivir humanamente,
y lo que es tan grave como esto, nos predispone a la
abulia. Irónicamente he dicho en muchas entrevistas
que “la televisión es el opio del pueblo” modificando
la famosa frase de Marx. Pero lo creo, uno va
quedando aletargado delante de la pantalla, y aunque
no encuentre nada de lo que busca, lo mismo se
queda ahí, incapaz de levantarse y hacer algo bueno.
Nos quita las ganas de trabajar en alguna artesanía,
leer un libro, arreglar algo de la casa mientras se
escucha música o se matea. O ir al bar con algún
amigo o conversar con los suyos. Es un tedio, un
aburrimiento al que nos acostumbramos como “a
falta de algo mejor”. El estar monótonamente
sentado frente a la televisión anestesia la
sensibilidad, hace lerda la mente, perjudica el alma.
Al ser humano se le están cerrando los sentidos, cada
vez requiere más intensidad, como los sordos. No
vemos lo que no tiene la iluminación de la pantalla,
ni oímos lo que no llega a nosotros cargado de
decibeles, ni olemos perfumes. Ya ni las flores los
tienen.
El hombre se está acostumbrando a aceptar
pasivamente una constante intrusión sensorial. Y
esta actitud pasiva termina siendo una servidumbre
mental, una verdadera esclavitud.
Pero hay una manera de contribuir a la protección de
la humanidad, y es no resignarse. No mirar con
indiferencia cómo desaparece de nuestra mirada la
infinita riqueza que forma el universo que nos rodea,
con sus colores, sonidos y perfumes. Ya los mercados
no son aquellos a los que iban las mujeres con sus
puestos de frutas, de verduras, de carnes, verdadera
fiesta de colores y olores, fiesta de la naturaleza en
medio de la ciudad, atendidos por hombres que
vociferaban entre sí, mientras nos contagiaban la
gratitud por sus frutos. ¡Pensar que con Mamá
íbamos a la pollería a comprar huevos que, en ese
mismo momento, retiraban de las gallinas
ponedoras! Ahora ya todo viene envasado y se ha
comenzado a hacer las compras por computadora, a
través de esa pantalla que será la ventana por la que
los hombres sentirán la vida. Así de indiferente e
intocable.
La presencia del hombre se expresa en el arreglo de
una mesa, en unos discos apilados, en un libro, en un
juguete. El contacto con cualquier obra humana
evoca en nosotros la vida del otro, deja huellas a su
paso que nos inclinan a reconocerlo y a encontrarlo.
Si vivimos como autómatas seremos ciegos a las
huellas que los hombres nos van dejando, como las
piedritas que tiraban Hansel y Gretel en la esperanza
de ser encontrados.
El hombre se expresa para llegar a los demás, para
salir del cautiverio de su soledad. Es tal su
naturaleza de peregrino que nada colma su deseo de
expresarse. Es un gesto inherente a la vida que no
hace a la utilidad, que trasciende toda posibilidad
funcional. Los hombres, a su paso, van dejando su
vestigio; del mismo modo, al retornar a nuestra casa
después de un día de trabajo agobiante, una mesita
cualquiera, un par de zapatos gastados, una simple
lámpara familiar, son conmovedores símbolos de una
costa que ansiamos alcanzar, como náufragos
exhaustos que lograron tocar tierra después de una
larga lucha contra la tempestad.
Son muy pocas las horas libres que nos deja el
trabajo. Apenas un rápido desayuno que solemos
tomar pensando ya en los problemas de la oficina,
porque de tal modo nos vivimos como productores
que nos estamos volviendo incapaces de detenernos
ante una taza de café en las mañanas, o de unos
mates compartidos. Y la vuelta a la casa, la hora de
reunirnos con los amigos con la familia, o de estar en
silencio como la naturaleza a esa misteriosa hora del
atardecer que recuerda los cuadros de Millet, ¡tantas
veces se nos pierde mirando televisión! Concentrados
en algún canal, o haciendo zapping, parece que
logramos una belleza o un placer que ya no
descubrimos compartiendo un guiso o un vaso de
vino o una sopa de caldo humeante que nos vincule a
un amigo en una noche cualquiera.
He visto algunas películas en donde la alienación y la
soledad son tales que las personas buscan amarse a
través de un monitor. Por no hablar de esas mascotas
artificiales que inventaron los japoneses, que no sé
que nombre tienen, que se las cuida como si vivieran,
porque tienen “sentimientos” y hay que hablarles.
¡Qué basura y qué trágico pensar que esa es la
manera que tienen muchas personas de expresar su
afecto! Un juego siniestro cuando hay tanto niño
tirado por el mundo, y tanto noble animal camino a
la extinción.
Estamos a tiempo de revertir este abandono y esta
masacre. Esta convicción ha de poseernos hasta el
compromiso.
Nuestro tiempo cuenta con teléfonos para suicidas.
Sí, es probable que algo se le pueda decir a un
hombre para quien la vida ha dejado de ser el bien
supremo. Yo mismo, muchas veces, atiendo gente al
borde del abismo. Pero es muy significativo que se
tenga que buscar un gesto amigo por teléfono o por
computadora, y no se le encuentre en la casa, o en el
trabajo, o en la calle, como si fuésemos internados en
una clínica enrejada que nos separara de la gente de
nuestro lado. Y entonces, habiendo sido privados de
la cercanía de un abrazo o de una mesa compartida,
nos quedaran los “medios de comunicación”.
Ni el amor, ni los encuentros verdaderos, ni siquiera
los profundos desencuentros, son obra de las
casualidades, sino que nos están misteriosamente
reservados. ¡Cuántas veces en la vida me ha
sorprendido, cómo, entre las multitudes de personas
que existen en el mundo, nos cruzamos con aquellas
que, de alguna manera, poseían las tablas de nuestro
destino, como si hubiéramos pertenecido a una
misma organización secreta, o a los capítulos de un
mismo libro! Nunca supe si se los reconoce porque ya
se los buscaba, o se los busca porque ya bordeaban
los aledaños de nuestro destino.
Pero no creo en el destino como fatalidad, como en la
tradición griega, o en nuestro tango: “contra el
destino, nadie la talla”. Porque de ser así, ¿para qué
les estaría escribiendo? Creo que la libertad nos fue
destinada para cumplir una misión en la vida; y sin
libertad nada vale la pena. Es más, creo que la
libertad que está a nuestro alcance es mayor de la que
nos atrevemos a vivir. Basta con leer la historia, esa
gran maestra, para ver cuántos caminos ha podido
abrir el hombre con sus brazos, cuánto el ser humano
ha modificado el curso de los hechos. Con esfuerzo,
con amor, con fanatismo.
Si cambia la mentalidad del hombre, el peligro que
vivimos es paradójicamente una esperanza.
Podremos recuperar esta casa que nos fue
míticamente entregada. La historia siempre es
novedosa. Por eso, a pesar de las desilusiones y
frustraciones acumuladas, no hay motivo para
descreer del valor de las gestas cotidianas. Aunque
simples y modestas, son las que están generando una
nueva narración de la historia, abriendo así un nuevo
curso al torrente de la vida.
Así nos es dado ver a muchos viejos que casi no
hablan y todo el tiempo parecen mirar a lo lejos,
cuando en realidad miran hacia dentro, hacia lo más
profundo de su memoria. Porque la memoria es lo
que resiste al tiempo y a sus poderes de destrucción,
y es algo así como la forma que la eternidad puede
asumir en ese incesante tránsito. Y aunque nosotros
(nuestra conciencia, nuestros sentimientos, nuestra
dura experiencia) hayamos ido cambiando con los
años; y también nuestra piel y nuestras arrugas van
convirtiéndose en prueba y testimonio de ese
tránsito, hay algo en el ser humano, allá muy dentro,
allá en regiones muy oscuras, aferrado con uñas y
dientes a la infancia y al pasado, a la raza y a la tierra,
a la tradición y a los sueños, que parece resistir a ese
trágico proceso resguardando la eternidad del alma
en la pequeñez de un ruego.
Qué admirable es a pesar de todo el ser
humano, esa cosa tan pequeña y transitoria,
tan reiteradamente aplastada por terremotos
y guerras, tan cruelmente puesta a prueba
por los incendios y naufragios y pestes y
muertes de hijos y padres.
Sí, tengo una esperanza demencial, ligada,
paradójicamente, a nuestra actual pobreza
existencial, y al deseo, que descubro en
muchas miradas, de que algo grande pueda
consagrarnos a cuidar afanosamente la tierra
en que vivimos.
Creo en los cafés, en el diálogo, creo en la dignidad de
la persona, en la libertad. Siento nostalgia, casi
ansiedad de un Infinito, pero humano, a nuestra
medida.
SEGUNDA CARTA
Los Antiguos Valores
Tenía ante mí toda la rica tierra, y sin
embargo tan solo miraba hacia lo más
humilde y lo más pequeño… ¿Dónde
estaríamos los pobres hombres si no
existiera la tierra fiel? ¿qué tendríamos
si no tuviéramos esta belleza y bondad?
R. Walser
¿Podremos vivir sin que la vida tenga un sentimiento
perdurable? Camus, comprendiendo la magnitud de
lo perdido dice que el gran dilema del hombre es si es
posible o no ser santos sin Dios. Pero, como ya antes
lo había proclamado genialmente Kirilov, “si Dios no
existe, todo está permitido”. Sartre deduce de la
célebre frase la total responsabilidad del hombre,
aunque, como dijo, la vida sea un absurdo. Esta
cumbre del comportamiento humano se manifiesta
en la solidaridad, pero cuando la vida se siente como
un caos, cuando ya no hay un Padre a través del cual
sentirnos hermanos, el sacrificio pierde el fuego del
que se nutre.
Si todo es relativo, ¿encuentra el hombre valor para
el sacrificio? ¿Y sin sacrificio se puede acaso vivir?
Los hijos son un sacrificio para los padres, el cuidado
de los mayores o de los enfermos también lo es.
Como la renuncia a lo individual por el bien común,
como el amor. Se sacrifican quienes envejecen
trabajando por los demás, quienes mueres para
salvar al prójimo ¿y puede haber sacrificio cuando la
vida ha perdido el sentido para el hombre, o sólo lo
halla en la comodidad individual, en la realización
del éxito personal?
Cuando la cantidad de culturas relativiza los valores,
y la “globalización” aplasta con su poder y les impone
una uniformidad arrogante, el ser humano, en su
desconcierto, pierde el sentido de los valores y de sí
mismo y ya no sabe en quién o en qué creer. Como
dijo Gandhi:
No quiero cerrar los cuatro rincones de mi casa ni poner
paredes en mis ventanas. Quiero que el espíritu de todas las
culturas aliente en mi casa con toda la libertad posible. Pero
me niego a que nadie me sople los peones. Me gustaría ver a
esos jóvenes nuestros que sienten afición a la literatura
aprender a fondo el inglés y cualquier otra lengua. Pero no me
gustaría que un solo indio se olvidase o descuidase su lengua
materna, que se avergonzase de ella o que la creyese impropia
para la expresión de su pensamiento y de sus reflexiones más
profundas, mi religión me prohíbe hacer mi casa una prisión.
En nuestro país son muchos los hombres y las
mujeres que se avergüenzan, en la gran ciudad, de las
costumbres de su tierra. Trágicamente el mundo está
perdiendo la originalidad de sus pueblos, la riqueza
de sus diferencias, en su deseo infernal de “clonar” al
ser humano para mejor dominarlo
Pero ¿cómo pueden ser una falsedad las grandes
verdades que revelan el corazón del hombre a través
de un mito o de una obra de arte? Si aún nos siguen
conmoviendo las desventuras y proezas de aquel
caballero andrajoso de La Mancha se debe a que algo
tan risible como su lucha contra los molinos de
viento revela una desesperada verdad de su
condición humana. Lo mismo ocurre con los sueños,
de ellos se pueden decir cualquier cosa, menos que
sean una mentira. Pero al sobrevalorarse lo racional,
fue desestimado todo aquello que la lógica no
lograba explicar. ¿Acaso son explicables los grandes
valores que hacen a la condición humana, como la
belleza, la solidaridad o el coraje? El mito, al igual
que el arte, expresa un tipo de realidad del único
modo en que puede ser expresada. Por esencia, es
refractaria a cualquier tentativa racionalizadora, y su
verdad paradójica desafía todas las categorías de la
lógica aristotélica o dialéctica. A través de esas
profundas manifestaciones de su espíritu, el hombre
toca los fundamentos últimos de su condición y logra
que el mundo en que vive adquiera el sentido del cual
carece. Por eso mismo, todos los filósofos y artistas,
siempre que han querido alcanzar el absoluto,
debieron recurrir a alguna forma del mito o la poesía.
Jaspers sostuvo que los grandes dramaturgos de la
antigüedad vertían en sus obras un saber trágico, que
no sólo emocionaba a los espectadores sino que los
transformaba, y por ello los dramaturgos se
convertían en profetas del ethos de su pueblo. Y el
propio Sartre, cuando intenta revelarnos el drama de
los franceses bajo el dominio de los nazis, escribe Las
Moscas, que, en esencia, no es otra cosa que una
adaptación del antiguo drama de Esquilo, Orestes,
aquel héroe trágico que valientemente luchará por la
libertad.
El sentimiento de orfandad en este tiempo se debe a
la caída de los valores compartidos y sagrados. Si los
valores son relativos, y uno se adhiere a ellos como a
las reglamentaciones de un club deportivo, ¿cómo
podrán salvarnos ante la desgracia o el infortunio?
Así es como resultan tantas personas desesperadas y
al borde del suicidio. Por eso la soledad se vuelve tan
terrible y agobiante. En ciudades monstruosas como
Buenos Aires hay millones de seres angustiados. Las
plazas están llenas de hombres solitarios, y lo que es
más triste aún, de jóvenes abatidos que, a menudo, se
juntan a tomar alcohol o drogarse, pensando que la
vida carece de sentido, hasta que, finalmente, se
dicen con horror que no hay absoluto. Recuerdo la
soledad del campo, ¡tan distinta! Era esa soledad de
la llanura infinita que le confería al hombre una
tendencia natural a la religiosidad y a la metafísica.
No es una casualidad que las tres grandes religiones
de Occidente hayan nacido en la soledad del desierto,
en esa especie de metáfora de la nada en la que el
infinito se conjuga con la finitud del hombre…
TERCERA CARTA
Entre el bien y el mal
Lo humano del hombre es desvivirse
por el otro hombre.
E. Levinas
Es urgente encarar una educación diferente, enseñar
que vivimos en una tierra que debemos cuidar, que
dependemos del agua, del aire, de los árboles, de los
pájaros y de todos los seres vivientes, y que cualquier
daño que hagamos a este Universo grandioso
perjudicará la vida futura y puede llegar a destruirla.
¡Lo que podría ser la enseñanza si en lugar de
inyectar una cantidad de informaciones que nunca
nadie ha retenido se la vinculara con la lucha de las
especies, con la urgente necesidad de cuidar los
mares y los océanos!
Hay que advertirles a los chicos del peligro planetario
y de las atrocidades que las guerras han provocado en
los pueblos. Es importante que se sientan parte de
una historia a través de la cual los seres humanos han
hecho grandes esfuerzos y también han cometido
tremendos errores. La búsqueda de una vida más
humana debe comenzar por la educación. Por eso es
grave que los niños pasen horas atontados delante de
la televisión, asimilando todo tipo de violencias; o
dedicados a esos juegos que premian la destrucción.
El niño puede aprender a valorar lo que es bueno y
no caer en lo que le es inducido por el ambiente y los
medios de comunicación. No podemos seguir
leyéndole a los niños cuentos de gallinas y pollitos
cuando tenemos sometidas a esas aves al peor
suplicio. No podemos engañarlos en lo que se refiere
a la irracionalidad del consumo, a la injusticia social,
a la miseria evitable, y a la violencia que existe en las
ciudades y entre las diferentes culturas…
Tenemos que reaprender lo que es gozar. Estamos
tan desorientados que creemos que gozar es ir de
compras. Un lujo verdadero es un encuentro
humano, un momento de silencio ante la creación, el
gozo de una obra de arte o de un trabajo bien hecho.
Gozos verdaderos son aquellos que embargan el alma
de gratitud y nos predisponen al amor. La sabiduría
que los muchos años me ha traído y la cercanía a la
muerte me enseñaron a reconocer la mayor de las
alegrías en la vida que nos inunda, aunque aquélla no
es posible si la humanidad soporta sufrimientos
atroces y pasa hambre…
El arte fue el puerto definitivo donde colmé mi ansia
de nave sedienta y a la deriva. Lo hizo cuando la
tristeza y el pesimismo habían ya roído de tal modo
mi espíritu que, como un estigma, quedaron para
siempre enhebrados a la trama de mi existencia. Pero
debo reconocer que fue precisamente el
desencuentro, la ambigüedad, esta melancolía frente
a lo efímero y precario, el origen de la literatura en
mi vida.
En los tratados, el escritor debe ser coherente y
unívoco y por eso el ser humano se le escapa de las
manos. En la novela, el personaje es ambiguo como
en la vida real, y la realidad que aparece en una gran
obra de ficción es realmente representativa. ¿Cuál es
la Rusia verdadera? ¿La del piadoso, sufriente y
comprensivo Aliosha Karamazov? ¿O la del canalla
de Svidrigailov? Ni la una ni la otra. O, mejor dicho,
la una y la otra. El novelista es todos y cada uno de
sus personajes, con el total de las contradicciones que
esa multitud presenta. Es a la vez, o en diferentes
momentos de su existencia, piadoso y despiadado,
generoso y mezquino, austero y libidinoso. Y cuanto
más complejo es un individuo, más contradictorio es.
Lo mismo ocurre con los pueblos…
Viene a mi memoria aquel relato que hace Saint
Exúpery de cuando tuvo que aterrizar forzosamente
en el desierto, y él y su mecánico quedaron por tres
días sin agua para beber. Hasta el rocío sobre el
fuselaje del avión lamían al amanecer. Cuando el
delirio ya había comenzado a poseerlos, un beduino
sobre un camello, desde una duna lejana, fijó su
mirada sobre ellos. El nómada avanzó sobre la arena,
nos dice, como un dios sobre el mar:
El árabe nos ha mirado, simplemente. Nos ha
empujado con las manos en nuestros hombros y
hemos obedecido. Nos hemos entendido. No hay aquí
no razas, ni lenguas, ni divisiones. Hay ese nómada
pobre que ha posada sobre nuestros hombros manos
de arcángel.
Después de hacer una descripción inolvidable del
agua dice:
En cuanto a ti que nos salvas, beduino de Libia, te borrarás, sin
embargo, para siempre de mi memoria. No me acordaré nunca
de tu rostro. Tú eres el Hombre y te me aparecerás con la cara
de todos los hombres a la vez. Nunca fijaste la mirada para
examinarnos, y nos has reconocido. Eres el hermano bien
amado. Y, a mi vez, yo te reconoceré en todos los hombres.
Te me aparecerás bañado de nobleza y de benevolencia, gran
Señor que tienes el poder de dar de beber. Todos mis amigos,
todos mis enemigos en ti marcharán hacia mí, y no tengo ya un
solo enemigo en el mundo.
FICHA
Sabato Ernesto, La Resistencia, Seix Barral, 2003.

CUESTIONARIO  A  RESPONDER

CUESTIONARIO  GUÍA  PARA  EL  TRABAJO  SOBRE  “LA  RESISTENCIA”  DE  ERNESTO  SÁBATO

1         A  Sábato  le  disgusta  la  televisión  y  también  la  virtualidad  informática.  Cite  los  párrafos           (  buscarlos  con  el  buscador  del  Acrobat  Reader )¿Qué  opinan  ustedes  de  las  mascotas  virtuales  y  que  opina  Sábato?

2         También  le  molesta  el  ruido.  ¿ Cómo  avala  lo  nocivo  del  mismo?

3         El  autor  no  es  creyente ( religioso )  pero cita  constantemente   a  la  espiritualidad  como  LA  ESCENCIA    del  ser  humano.  Cite  párrafos  donde  justifique  esta  posición.

4         ¿cuáles  son  los  valores  añorados  por  el  escritor ( a  una  página  del  comienzo  del  capítulo 2  y  luego  reincide  con los  llamados  valores  espirituales   dos  paginas  mas  tarde?

5         El  sacrificio  no  es  un  valor  frecuente  de  observar. Cite  los  fundamentos  del  autor  y

Compárelos  con  el  propio.

6         La  globalización  está  integrando  las  culturas  que  la  componen?

7         (capítulo  3 ) Nuestra  sociedad  integra  a  nuestros  viejos?

8         ¿Qué  críticas realiza  sobre  la  educación?

9         ¿Cómo  concibe  y  ejemplifica  EL  BIEN  Y  EL  MAL?

SALIDA A TEATRO EL CÍRCULO ( 4/11/2013 ) Cuestionario guía: 1 ¿Dónde se ubica? 2 ¿Por qué se llama El Círculo ? 3 ¿Qué tipo de teatros hay, además de el de ópera ? 4 ¿Cómo se llamaba en el siglo xix, hasta 1943? 5 ¿Cuándo se inaugura? 6 ¿Qué figuras internacionales se presentaron? ¿Oyó hablar de alguno de éstos personajes? 7 ¿ puede dar algún dato sobre el ingeniero , pintor, dueño del mismo? 8 ¿Puede dar algún dato sobre las características constructivas ( capacidad, niveles, tamaño, escenario etc.) 9 ¿ Que entidades funcionan hoy en sus instalaciones? 10 ¿Qué músicos se encuentran retratados en la cúpula? 11 ¿Dónde están pintadas las musas? Describir lo visto. 12 ¿qué obras escucharon en el Foyer? 13 Describir los referentes arquitectónicos de la iglesia San José, en lo referente a lo griego, romano y cristiano. 14 ¿ Vieron alguna otra cúpula? 15 ¿ La pizzería Vía Apia, tiene algún logo alusivo al nombre?
 

Tu dirección 1a, 12345 Tu ciudad
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